Tuesday, January 31, 2006

El documental de lo cotidiano

Yo, que viajo mucho porque no me queda otra, me voy fijando entre página y página en las costumbres bárbaras de lo que me rodea. Sin ir más lejos yo mismo prefiero ser el raro del tren y sentarme siempre de espaldas al recorrido, porque soy muy malo y no me mareo. Pero hay cosas mejores, como una buena mujer que el otro día se sentó a mi lado y, no sé muy bien si por costumbre, por fastidiar porque iba hablando con una amiga y no quería que yo les escuchase o porque su particular lista de tareas pendientes así lo requería, desenfundó un cortauñas y comenzó el ritual. No creo que merezca la pena hacer más comentarios.
Otra señora, en otro tren, otro día distinto, nada más subir me pidió un cigarro. No sé si porque quería bajarse a fumarlo (lo dudo porque no faltaban ni cinco minutos para salir) o porque pensaba encenderlo allí mismo.
Hace dos semanas un hombre se encasquetó unas gafas de sol de las de esquiar cuando siempre va a cara descubierta, y fue así todo el camino, tan pancho él mirando a todo el mundo y quedándose con nosotros (igual justo ese día tenía algún problema en la vista, que tampoco es cosa de pensar mal de todo no?).
Y yo preocupado porque no me ponen teléfono cuando hay un montón de cosas en las que entretenerse oiga.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home