Tuesday, October 31, 2006

Para los perdidos II

Por si os daba pereza


http://maps.google.es/maps?oi=eu_map&q=Junta+de+Traslaloma&hl=es

Para los perdidos

Amos a ver criaturas, el otro día me dijeron que no se entendía eso de "losinas". Vale, para los perdidos. Yo vivo en Las Eras, poblado de 8 habitantes cuyo concejo (que no ayuntamiento) depende del ayuntamiento de la Junta de Traslaloma (dejad de reir malditos), que depende del ayuntamiento del Valle de Losa (de ahí lo de losinas), que depende del ayuntamiento/institución/cosa de las Merindades, que depende de la Diputación Provincial de Burgos, que depende del gobierno de Castilla y León.

Es una estructura jerárquica cuando menos grotesca, y ya veis que somos el último mono y por eso nadie se acuerda de que existimos pero por eso vivimos así de tranquilos. Es como el poblado de Astérix, a la civilización le cuesta llegar, aunque el finde pasado pasó por allí una cuadrilla de moteros con sus quads que elevaron increíblemente el número de decibelios al que estamos acostumbrados y se ganaron nuestras más enconadas críticas. Cualquier día nos armamos de horcas y vamos a por ellos.

Otra ya son los cazadores, esos sí que meten ruido. No me extraña que cacen poco, los animales los tienen que oír desde mucha distancia, a la fuerza. Son todos unos torpes vamos.

Buscad en internet mi ubicación, creo que alguna web de la Junta de Traslaloma hay por ahí.

Wednesday, October 25, 2006

Aventuras Losinas (IV)

Bueno, esta es una aventura cortita, como sé que tengo mis seguidores lo tengo que hacer. Lo último que me ha pasado en los viajes de los últimos días es lo siguiente:

- La pared del autobús se metía hacia dentro cuando había un golpe de viento constriñéndome las rodillas

- Un señor se subió en una parada para mí desconocida y se pasó el viaje gritándole ARRIVEDERCI!! a todos los que se iban bajando a lo largo del recorrido.

- El conductor me ha preguntado dos veces mi destino porque parecía que no se lo creía.

No sé, creo que estoy demasiado hecho polvo ahora mismo para hacer comentarios jocosos.

Thursday, October 19, 2006

Aventuras Losinas (III)

Mis aventuras han retornado, cada vez con un puntito de emción por mí desconocido.
El otro día, sin ir más lejos, cuando una señora le preuntó a otra (octogenaria o nonagenaria posiblemente) cómo así se había levantado tan pronto para coger el bus, va la anciana, la mira muy muy seria y le dice:
- Voy a buscar ligue.
No estoy seguro de que no lo dijera en serio. Y ayer un golpe de viento arrancó una de las trampillas del techo del autobús, obligándonos a detenernos en el arcén para que el conductor la recolocase en medio de las exclamaciones de asombro y pavor de la tripulación.
Quién da más? Yo nunca imaginé que mis viajes iban a ser así, pero lo que es anécdotas para los nietos no me van a faltar, no.

Tuesday, October 03, 2006

Mi antena




Ahí está. Mi sistema de comunicaciones de última generación. Apuntando al Olimpo para permitirme hablar com medio segundo de retardo.
Y no soy el único que la tiene, mi lucha dio resultado y ahora se están instalando más. Mi casa parece Arecibo, pero la de los demás también. Somos una especie de complejo de investigación, allí apartados y rodeados de antenas. De lejos debemos parecer la BSA (Burgos Space Agency).
No estabais preparados para esto ¿verdad?
Y lo más sorprendente: La Inquisición aún no ha venido a quitárnosla, ni a quemarnos por brujos ni nada. Alucinante

Monday, October 02, 2006

Aventuras Losinas (II)

Y estaba yo el viernes en la duda de qué medio de transporte coger para volver a casa, sabedor como soy de las grandes aventuras que suelo correr en todos ellos.
Me decidía por fin por aquel autobús tan entrañable de las siete de la tarde. Hora ésta en la que la estación es un hervidero de mochilas con piernas, prisas, dársenas equivocadas y extranjeros que buscan el autobús número uno (que nunca está donde debe).
Me subo en mi transporte, sé que tiene que ser el 36 pero ni siquiera me he fijado en el número, simplemente he buscado el bus más viejo y decrépito de todos y he acertado. Es lo que da la experiencia.
Comienzo a pensar que no he tenido mucha mala suerte cuando resulta que por dentro no está tan mal. Pero todo es una broma, porque se me ha olvidado que son fiestas en uno de esos grandes pueblos de Dios, y el autobús comienza a llenarse y a llenarse, esta vez no de señores y señoras con bolsas que empujan y se lían con el número del asiento, no. Mucho peor, de adolescentes.
A decir verdad yo no me puedo considerar el ser más normal del autobús puesto que mis pintas me delatan: camiseta de pantallazo azul de windows, gafas en ristre, portátil sobre las rodillas y leyendo un libro sobre cibernética escrito por Norbert Wiener. Pues eso, que soy el friki del bus.
Los asientos se completan y yo rezo para que no me toque al lado el personaje de turno. Curiosamente se sienta a mi lado un muchacho con pinta de poco raro que lleva un librito en francés, y los dos nos enfrascamos en amena lectura omitiendo la presencia del otro. El bus va tan lento que ni te mareas leyendo.
Pero todo era un espejismo. El muchacho guardaba no sé bien dónde dos botellas de Coca-Cola de medio litro y comienza a beberlas con deleite a mitad del viaje. A esas alturas ya ha dejado el libro, que tenía pinta de ser un coñazo, y eso que yo no sé francés. Pone la música del mp3 a todo trapo y, por efecto de la cafeína y de sus propias hormonas comienza a contonearse espasmódicamente al ritmo de la música rockera que le taladra los lóbulos temporales.
Procuro desconectar de la bizarría de mi asiento compartido y del autobús repleto. Pero claro está, para eso hay que escuchar a los demás, porque ha oscurecido y a Wiener ya no se le entiende. Y los demás son grupitos de adolescentes dedicados a:
- llamar por el móvil para encargar a sus amigos que vayan comprando el alcohol, que ellos llegan enseguida.
- hablar de a quién se ligaron el fin de semana pasado
- hablar de a quién se piensan ligar este fin de semana.
Es la primera vez que comulgo con el sentimiento popular jubilado porque ahora yo me siento tan perdido y horrorizado como ellos. A estas alturas el muchacho de al lado ya se ha trincado botella y media de Coca-Cola, guardando el resto entre sus temblorosas piernas a modo de estandarte cafeínico para ponerse a tono.
Pero se acaba. Todo se acaba en esta vida. Después de que el autobús pare y yo me baje en un pueblo que nadie de los que va arriba se ha planteado nunca que era un pueblo, yo me siento libre. El bus sigue su marcha hacia el desenfreno y descontrol de un fin de semana muy muy hormonal por lo que pude escuchar.
Lo siento por los jubilados. Espero que no hayan renegado de su fe en la raza después de ese viaje. Como alguno de esos críos salga elegido presidente alguna vez, los macrobotellones van a ser canciones de cuna comparado con lo que estarán dispuestos a aprobar.
He dicho